La Licenciada Laura Spaccarotella nos invita a reflexionar acerca de la pandemia, de cómo nos afecta y de la adaptación que estamos atravesando en el deporte de cara al futuro.


La incertidumbre del resultado siempre fue uno de los factores a trabajar con los deportistas. Se juegan puntos, torneos, clasificaciones, rankings.  Hoy se ha puesto en juego la vida misma.

¿Se puede transitar la posibilidad de vislumbrar la muerte sin que conmueva la mayor parte de la vida?

También me recuerda que el conocimiento de sí mismo del deportista lo coloca en un mejor lugar. Es una apuesta grande y fuerte trabajar para dicho conocimiento.

Esta pandemia reveló fortalezas, aspectos desconocidos, vulnerabilidades y una amplia zona de desarrollo para la creatividad, reciclarnos, cambiar de piel cuando la de siempre no llega a cubrirnos del todo y algunos, por distintas razones, han quedado en carne viva.

Resignificar situaciones, representarse en un escenario alejado de lo habitual, sin la estrechez cotidiana de los vínculos nos puso a prueba a todos y, a los deportistas  para quienes la potencia y la resistencia son características de sus prácticas,  lo que posicionó en muchos casos, ante preguntas esenciales, la fundamental: ¿Puedo con esto?

Claro que hay distintas circunstancias, el deportista que venía preparándose hace cuatro años para un  Juego Olímpico pudo tener vivencias distintas a quienes la excelencia deportiva no es su objetivo.

Sin embargo, el comienzo de la cuarentena, más allá del objetivo deportivo generó una intensa inquietud. Sí, salir de la quietud, de la habitualidad y buscar, crear, movernos….

Aparecieron los tutoriales de muchísimas rutinas de actividad física y deporte, incluso para aquellos que nunca habían  realizado actividad física, comenzaron a moverse…

Los deportistas idearon nuevos modos de entrenamiento. Ya no en gimnasios, vimos cocinas, baños, jardines, hasta perros y gatos alrededor, que llenaban de gracia los espacios.

Hay algo que exige cambios, sin dudas, y no se trata solo de contextos, es el modo de relacionarnos, de cuidar y de cuidarnos, lo que se patentiza en esta etapa.

¿Cómo habrá sido para el deportista sentirse en paridad con todos al haber perdido la motivación cuando no hubo contra quien competir? ¿Se habrán hecho más crudas las luchas internas?

Los psicólogos del deporte trabajamos para que los deportistas tengan facilitado el camino hacia sus metas principalmente  mejorando el rendimiento. Enseñamos técnicas que colaboren  para mantener la concentración,  regular emociones y pautas que colaboren para el óptimo desarrollo de su trayectoria deportiva.

Educamos para tolerar las frustraciones, aceptar que los resultados pueden no ser los esperados y seguir… Pero, nunca pensamos que tendríamos que acompañar al deportista en contradecir su mandato sagrado de entrenar, entrenar y entrenar, pero esta vez, por fuera de su segunda casa, es decir, de sus lugares familiares de entrenamiento.

Parar de algún modo esta vez, fue para cuidar la vida, la propia y la ajena.

Como psicólogos que somos, más allá de la especialidad en el Deporte, y a lo que apuntamos como tal, pudimos tener una escucha y mirada diferente a la que nos demanda regularmente el deportista, apuntando a su bienestar, más allá del rendimiento.

Los objetivos deportivos comenzaron a plantearse desde una perspectiva más profunda y abarcativa. Los espacios de entrenamiento en sus casas incluyeron más fuertemente a los afectos cercanos, el futuro, los propósitos, la motivación o la falta de ella.

¿Quietud o inquietud? Lo más probable, un tiempo de pausa inquieta, donde la cierta limitación de la acción haya posibilitado un mayor trabajo interno para quien se haya atrevido a aprovechar esta oportunidad de aprendizajes y crecimiento.

Volver tendrá que ver más allá de los protocolos con la posibilidad que se tuvo de transformarse y salir fortalecidos, para quién no solo quiso sino también, pudo hacerlo.

Los entrenadores también atravesaron el desconcierto de la situación y creo, que por primera vez se dieron cuenta, que con apuntar solo al rendimiento no alcanza. Se intentó y se entrenó con las particularidades del caso, con altas y bajas, donde también se pudo observar desde otro lente, características más significativas de cada uno. La relación personal, el uno a uno, más allá del equipo, cobró relevancia.

Fue un desafío único para el conductor el mantener al equipo, mantener en el sentido de sostener y de idear distintas estrategias para fortalecer la motivación.

Se aprovechó para jugar, competencias virtuales, simulacro cercano a la competencia presencial, pero que por momentos  originaba una adrenalina con la añoranza de presentificarla.

Hubo charlas de especialistas de las Ciencias del Deporte que enseñaron sobre prevención de lesiones, a alimentarse mejor, y a cómo sentirse mejor en líneas generales. Al fin llegó la oportunidad de ver al deportista integralmente  y darle herramientas para una performance segura, saludable y que, por, segura y saludable, de mayor disfrute.

Concientizar que la vuelta a la cancha o a las pistas tendrá características distintas a las acostumbradas, es un “must” que se requiere ir trabajando.

No todo es competir, es esperable que  en este tiempo los deportistas hayan ganado en flexibilidad, en sostener los vínculos y aprender a transitar desafíos de otra envergadura que el score, donde se patentizó  que la  competencia se jugó como ninguna otra vez, en primera persona contra sí mismo, entonces, si aprendió a conocerse mejor, a darse la oportunidad a ser más él mismo en circunstancias adversas, seguramente, habrá ganado.

Lic. Laura Spaccarotella.

Psicóloga del deporte (UBA) Health Coach.
Postgrado en Act Física y Salud.
Integrante del Capítulo de Salud Mental, Act Física y deporte, APSA.
Docente Campus Entrenadores Femebal, CEFA,  Diplomatura Management Deportivo ITBA.
JJOO Rio 2016/ JJOO de la Juventud 2018.
Asesora equipos y deportistas distintas disciplinas deportivas.
Academista Olímpica.